lunes, 31 de agosto de 2015

Joshua Gordon

El auto denominado mercante de visión de mercado, un eufemismo para decir pirata, es un escoces del clan Gordon, y el capitán del "Imprudente" su tripulación esta compuesta por esclavos liberados, todos ellos adoptados por el "Oso marino" como apodan al capitán, que visten de manera tradicional escocesa, y están orgullosos de su clan. El capitán es un hombre astuto y legal, dentro de los códigos piratas, y por un incidente pasado hace la puñeta a los pescadores de krakens.
Ver el imprudente con su capitán vistiendo de manera tradicional y una decena de fieros marineros con falda de cuadros grises y negros, encoje el corazón de marineros y pescadores.
Joshua Gordon, es un hombre enorme, con la complexión de un oso, y gruesa barba negra, viste un gran kilt, con los colores de los Gordon una espada corta y un escudo con un kraken sobre un fondo de cuadros verdes y blancos.
Su valandro, el "Imprudente" trasporta mercancías y personas de un punto a otro de manera discreta y rápida. Esta rama del clan Gordon, no reconoce la soberanía británica, motivo por el que tienen su hogar en una isla independiente, que posteriormente resulto renombrada como Isla kraken, Desde la fundación de la asociación de amigos del kraken, el imprudente y sus hermanos, barcos construidos en isla kraken, la flota tentacular, esta al servicio de la asociación y pilotado por un Gordon.

domingo, 23 de agosto de 2015

Cartas a la asociación. Vol.2

"El otro día, por azar, en una taberna en puerto de Asia, a dos marineros escuche estos tanka realizar. Por fortuna pude tomar nota de ellos, en mi pañuelo, y he aquí sus traducciones"

El gran calamar,
sus tentáculos saca,
Buena pesca hay.
En mi hogar pienso yo, 
Dulce Sake aguarda.


Y el otro dice así:

Mar kraken golpea,
Tormenta se acerca
en puerto pienso.
agradecido vuelvo, 
Lluvia y rayo eludo.


"Es este pues, en mi opinión, el sentir general de las gentes del mar, en Asia, del kraken, que por un lado es comida y por otro amigo y vigía del mar."
Att. James Seastorm. Periodista, lingüista y recuperador de artesanía para el museo británico.

domingo, 16 de agosto de 2015

James Seastorm

James es un asociado, que en múltiples ocasiones a conseguido arte para nosotros. Ayudando a conseguir múltiples piezas de cerámica y mosaicos.

Estudio idiomas desde pequeño, hablando mas de 12 lenguas entre europeas y asiaticas, dado que su padre era marino mercante, cuando su madre murió en el incendio de su casa, se enroló en un barco mercante. Viajo por el atlántico, el indico, el pacifico y el mediterráneo.

Durante estos viajes avisto un kraken y el animal le maravillo. Al volver a tierra firme. Empezó a escribir artículos para varios periódicos.

Mientras hacia realidad su sueño de rescatar tesoros de barcos hundidos. Actividad que el british museum encontró muy útil, y recluto como recuperador de antigüedades, que es un eufemismo para decir ladrón y buscador de tesoros.

No obstante, su actitud cínica y erudita es aceptada en los círculos sociales mas elevados, siempre que sea de provecho para los aristócratas.

Son bien conocidas sus aventuras en el mar del norte, buscando al kraken en escudos, esculturas y otras obras de arte .

Lady Miranda Seahorse

Lady Mirabda, nació en Kent, en una familia adinerada, tuvo una educación estricta, con una institutriz, a la edad de 8 años era una perfecta damita, hasta que su padre que tenia una afición secreta por los caballos y las pelirrojas pechugonas, abandono a su familia y se fugo a América.

Su madre resulto víctima de un doble mal, la melancolía y la botella, malograron se salud.

Quedo al cuidado de su excéntrico tío Rolf. Apodado Dolphin, que solía vestir batin de seda y un fez, incluso en presencia de lo mas florido y granado de la sociedad, que estaba casado con una mujercita, de piel de ébano, llamada Liberty, que era hija de antiguos esclavos, librrados por Dolphin, magnifica cocinera y gran aficionada a los nudos marinos y la pesca ,vivían en una casita a orillas del mar, y dolphin fue un tutor excéntrico, la enseño esgrima, poesía, y su pasión por los mares y por los deportes.

Sus maestros muchos y muy variados, en su mayoría marinos viejos.

Le enseñaron toda suerte de cosas, y ella decidió dedicar su tiempo a estudiar biología marina, lo que costo que Dolphin invirtiera mucho dinero en patrocinar el equipo de regata de oxford, para que se aceptara a su sobrina en la universidad.

Completo los estudios con celeridad, y se dedico a buscar un trabajor como investigador, pero debido a su sexo se le negaba sistemáticamente, hasta que conoció a James Harrox, ayudante de investigación en el instituto marino de Bristol. Horrox se limito a poner una botella de ron en la mesa y afirmar que una mujer que no llevara el mar en la sangre no podría acabarla sola, Lady Miranda, la bebió de un trago y pregunto con humor, tenéis algo mas fuerte?

desde ese momento fue aceptada por en los círculos aledaños a la sociedad marítima, aunque con algunos reparos.

Tras una década dedicada a la investigación, se harto de las investigaciones menores, y tras conocer al oceanógrafo ,Akab, fundo la Asociación de amigos del kraken, en la que invirtió mucho tiempo hasta su muerte a los 87 años, múltiples investigaciones y busco nuevos talentos como el Sr. Salino, Harriet Lawless.

Madarit Salino

Es curiosa la vida de uno de nuestros miembros Madarit Salino, nació en Bristol, en el año de 1835, su madre era tendera de un puesto de pescado, y su padre un marinero de piel bronceada, que olía a sal, su encuentro fue fugaz, y a raíz de el nació un pequeño, su madre haciendo memoria de como era el padre, intento recordar un nombre o apellido, pero solo recordaba que el marinero había dicho en su pobre ingles, que era de un lugar llamado Madarit, Maderir, Masdrit... o algo semejante, y la principal cualidad de aquel hombre era junto a su virilidad, cierta salinidad en el olor y sabor de su piel, por eso el muchacho recibió ese nombre.

La madre fingió que se había casado, colgando un viejo anillo a su cuello en un cordel, e incluso desmintiendo la realidad con insistencia, pues los hijos de soltera no medraban en aquella época.

Madarit acudió a la escuela parroquial, donde aprendió a leer y escribir, se intereso por los animales marinos y leyó todas las publicaciones que pudo sobre el tema, incluso se hizo miembro de una biblioteca de pago, que sufrago trabajando en los astilleros, al cumplir los 16 años, manifestó su deseo de investigar a las diversas criaturas marinas, algo que no sorprendió nada a su familia ni conocidos, pero no podía pagar la Universidad, por ello resolvió colarse en la totalidad de el curso avanzado de la escuela superior de Bristol, de ciencias. A lo que siguió el allanamiento de dicha institución varias decenas de veces, para poder presenciar acontecimientos, leer los libros de la biblioteca y observar los espécimenes de el pequeño pero muy abarrotado museo. Fue en esta ultima actividad en la que fue sorprendido, no por guardas, sino por un profesor, el Dr. James Fisherman, este le sorprendió, no antes de observar como el muchacho observaba y tomaba múltiples observaciones siguiendo el método científico, Fisherman que enseñaba su especialidad, biología marina, y que en sus ratos libres, escasos, investigaba a las medusas, le llevo a su despacho, y después de interrogarle sobre diversas cuestiones, le dio a escoger entre la cárcel, o un trabajo remunerado.

Salino, escogio el trabajo, que consistia al parecer en asistir a clase y tomar notas de todo cuanto en ella se dijera, preparar té con pastas para el departamento y tomar notas sucintas de sus conversaciones y debates, así como ser zaguero del equipo del departamento.

Al cabo de seis meses, asistía a todas las clases en calidad de alumno y era un jugador del equipo de biología marina muy reputado, pues según algunos tenia unas espaldas gigantescas y manos como remos, recibió el apodo de "El pulpo" pues cuando cogía el balón no lo soltaba, incluso se le llego a alinear contra el equipo de ingenieria naval, eterno enemigo de biología marina, en la final. Hay una foto de el encuentro en la que se le puede ver sosteniendo a varios compañeros que sostienen a su vez el premio.

Tras licenciarse, ejerció de ayudante de profesor, a la edad de 35 años, mientras investigaba, durante las vacaciones escolares, la anemona de Cornualles. Una rara variedad de anemona que se da en algunas rocosas costas de dicho lugar, conocio a  la tambien Biologa marina, Lady Miranda Seahorse. Que investigaba la súbita aparición de un kraken varado en una cala rocosa.

Entre ellos fraguo una amistad casi inmediata, y lady Miranda que ya era una mujer mayor le pidió que se uniera a la Asociación de amigos del kraken, y aunque Salino no fue miembro hasta cinco años despues, que invirtio en ganarse una reputación como docente en prestigiosas escuelas, comenzó una colaboración, vía carta, de lo mas productiva para ambos.

Cuando acabo este periodo, Salino viajo hasta la sede de isla kraken e inicio el famoso programa de becarios. Que se mantiene a día de hoy. Fue un mentor e investigador avezado hasta que a los 73 años le abandonaron las fuerzas y tomo un trabajo de despacho.

En el año que cumpliría los 81 años se hizo a la mar, para buscar a un kraken herido, hay quien dice que el kraken estaba mas allá de toda cura, y hay quien dice que no, el caso es que ambos se hicieron compañía hasta su muerte en la fosa de las marianas.

sábado, 15 de agosto de 2015

Los instintos del kraken


Mucho se ha especulado últimamente acerca de la capacidad emotiva del kraken. En este sentido, son mayoría los que opinan que, como animal, no posee más que unos instintos elementales. Sin duda esta posición viene alentada por las aseveraciones de antiguos biólogos marinos que estudiaron largamente los ataques que sufrían los buques imperiales británicos en el atlántico (Robert Hooke, “Behaviour of strange marine predators”). En contraposición, otros muchos han afirmado que, si bien el kraken se mueve alentado por dichos instintos, parecer subyacer “una inteligencia endemoniada en su comportamiento” (C. Darwin, “Brief history of unknown animals”) que podría colocarlo en una categoría de razonamiento superior a la de los demás animales. 



No será este artículo el que venga a resolver la diatriba entre unos u otros, pues el motivo de publicarlo es el hallazgo, hace apenas unas semanas, del diario que Pierre Wright Mason escribió en su celda de la cárcel de la isla de Bermudas en torno al 1880. Si bien su testimonio podría arrojar algo de luz al asunto, nos limitaremos hoy a reproducir el texto, dejando que sea el lector quien saque sus conclusiones. Se trata, al fin y al cabo, de un reo cuya formación al respecto debió ser inexistente. Baste decir que dicho penal, cuya parte sudeste descansaba directamente sobre un pequeño acantilado, fue destruido algo después de la fecha que se calcula al escrito. Cuando decimos destruido, nos referimos a que toda la mencionada sección sudeste sufrió un violento derrumbe por un movimiento de tracción que provocó treinta y tres muertos y cientos de heridos. El cuerpo del señor Wright, por cierto, nunca fue hallado.




He decidido escribir estas líneas porque me hallo a punto de morir. No es la enfermedad ni el hambre lo que me amenazan de forma tan directa; ni siquiera las pésimas condiciones en que nos hacinan aquí, sino el amor. Es el amor cierto, correspondido e inmenso, pero que nunca podrá satisfacerse, lo que hace que, por momentos, sienta cómo mi corazón late con tanta melancolía que está a punto de pararse.

Esta historia comienza hace un año, cuando llevaba ya casi dos días flotando en el mar. La tempestad que había hundido el buque, junto con mis compañeros presos y nuestros custodios, había tenido a bien dejarme volver a la superficie para agarrarme, en medio del pánico, a un trozo de madera que resultó ser una puerta. La misma que me sostenía sobre las aguas; la misma que marcaba la diferencia entre ser devorado por cualquier alimaña o ahogarme preso de la extenuación.

Tras tantas horas bajo ese sol de justicia sentía la piel achicharrada y enrojecida pero, sobre todo, una sed implacable que me hacía mirar hacia el mar con más y más avidez. No es que el hambre no fuera acuciante, pero descubrí pronto que, sin agua, un hombre puede enloquecer rápidamente, dejando la penuria de su estómago en un segundo plano muy rezagado.

La tarde llegó con una tímida brisa, apenas suficiente para refrescarme. Allí, tendido sobre la puerta, miraba hacia el cielo tratando de convencerme de que morir así, con las primeras estrellas poblando el vasto azul oscuro que me cubría, no sería tan malo.

La inmensidad del espacio, las constelaciones y la seguridad de mi inminente muerte comenzó a marearme hasta el punto en que noté cómo mi estómago se quejaba con el anticipo de un vómito. Pero no, no era solo mi imaginación. Realmente las aguas comenzaban a agitarse aunque no había viento que las animara.

Incrédulo, atónito y en medio de una profunda sensación de irrealidad, observé como unos zarcillos de agua se alzaban sobre el espejo en que se había convertido el océano. Tardé en darme cuenta de que se trataba de unas protuberancias que ascendían más y más de las profundidades.

El vaivén de las aguas se había convertido en aquellos momentos en furiosas explosiones y, de pronto, un cuerpo alargado me hizo elevarme lo que parecieron miles de metros. Al instante, la puerta comenzó a resbalar sobre aquello, cogiendo velocidad y precipitándome de nuevo hacia el océano como si se tratara de una bala de cañón que ha errado el tiro.

Aunque intenté gritar, no pude hacerlo, y quizá eso me salvó la vida en aquellos primeros instantes. Me agarré al manillar de la puerta, cerré los ojos y, pese a estar convencido instantes antes de que iba a morir, traté por todos los medios de sobrevivir impulsado por algún instinto profundo y tan antiguo como el primer hombre que pisó la Tierra.

El golpe, cuando finalmente llegué al agua, fue tan fuerte que me sumergí varios metros y tuve que trepar de nuevo a mi único asidero en aquel mundo acuático, sabedor de que, si lo perdía, no habría fortuna o gracia capaz de salvarme.

Fue entonces, cuando por fin pude asentarme de nuevo sobre la puerta, cuando la vi: el cuerpo del cachalote se agitaba apenas a un tiro de piedra de mí. Su enorme cabezota parecía ensañarse con un tentáculo robusto como tronco de árbol cuando ella comenzó a surgir de las aguas.

El océano mismo parecía acompañarla a medida que se alzaba. La piel, allí donde las cascadas iban abandonándola, se veía brillante y de un tono entre el azul intenso y el púrpura más profundo, lisa, fuerte, tersa; perfecta. Pero fueron sus ojos los que me capturaron en cuanto la luna y el sol los iluminaron. Tenían un color indeterminado, el mismo que las estrellas y seguramente brillaran más. Eran enormes, cubiertos de sabiduría y majestad, capaces de hacer que cualquier criatura se sintiera humilde y despreciable en su presencia.

Apenas me dedicó una leve mirada pero, aun en medio de la refriega y las explosiones que el cachalote provocaba, pude sentirla sobre mí. Me miró de soslayo un instante y luego se volvió hacia su enemigo. Unos pliegues se abrieron en su rostro, revelando una boca enorme y plagada de colmillos, y lanzó un rugido que, por fuerza, tuvo que oírse hasta en el palacio de su majestad la reina Victoria.

Fue un sonido tan potente y agudo que por un momento temí que mis oídos estallaran hasta que me di cuenta de que no se trataba de un chillido, sino de un canto. Era una melodía que hablaba de poder, de fuerza, de sabiduría y antigüedad; de la promesa de secretos, de conocimientos más antiguos que los dioses que hoy adoramos. La mirada se me llenó de lágrimas al comprender que estaba contemplando la grandeza más absoluta, y mi corazón comenzó a bombear con alegría, henchido de lo que más tarde entendí que era amor.

El cachalote, en cambio, pareció enfurecerse más y se lanzó hacia ella con fuerzas renovadas. Se trataba de un animal antiguo y soberbio que lucía las cicatrices de mil batallas, pero no tenía nada que hacer contra ella. Su mandíbula buscaba una y otra vez su cuerpo, pero en cambio se topaba con tentáculos robustos que detenían sus ataques y que, cuando se retiraban de su piel, le dejaban feas heridas circulares tan grandes como mi cabeza.

Fascinado por el espectáculo, tardé en darme cuenta de que las aguas comenzaban a elevarse de nuevo por debajo de mí y, de pronto, me vi deslizándome de nuevo hacia la contienda a una velocidad creciente.

El nuevo adversario era otro cachalote, más pequeño que el anterior, pero también más rápido y vigoroso, y se dirigía directamente hacia ella.

Por azares del destino difícilmente explicables en aquellas circunstancias, mi improvisada embarcación acabó encajada en su cabezota por lo que pude ser testigo, en medio del horror más absoluto, de que los dientes del recién llegado iban a terminar encontrando el cuerpo que tanto ansiaban.

Sin ser consciente de mis actos ni valorar que, de seguro, aquellas eran mis últimas fuerzas, agarré lo primero que mis manos encontraron y salté hacia el único punto en el que tenía posibilidades de estorbar al titán que cabalgaba.

Un grito desgarrado, inmenso como si mi propia garganta se rompiera con él, surgió de mi boca a la vez que le clavaba la parte más aguda del manillar de la puerta en el ojo.

A partir de ahí mis recuerdos se vuelven imágenes fragmentadas; escenas sueltas de una comedia que comienza con el cachalote más joven revolviéndose de dolor y lanzándome por los aires.

Desde las alturas puedo verla a ella, girándose y mirándome de nuevo; bajando la vista hacia el nuevo enemigo y estrechando los ojos en una mueca de odio que la hace rugir.

Dos tentáculos aguzados, más grandes que los anteriores, se elevan de pronto por detrás de ella hasta casi rozar los astros más lejanos y se precipitan hacia el animal, atravesándolo como si fueran lanzas divinas.

Una parte de mí comprende que ha estado jugando con sus presas; que las heridas que le hacían en sus extremidades no eran sino muescas inofensivas. Como queriendo confirmar esa idea, el mar se cierra sobre mí y veo que su cuerpo inmenso se pierde en las profundidades y que sus tentáculos tienen al cachalote más grande rodeado y a punto de partirlo por la pura fuerza de su abrazo.

Pienso, por último, que ha sido una buena manera de morir; que pocos, por no decir ninguno de mis hermanos hombres, habrá visto jamás algo así.

Pero no muero. Tengo recuerdos en los que me siento acunado en medio del océano; nutrido de felicidad, amor y sapiencia más allá de lo humano; mecido a veces bajo las estrellas. Siento cómo me da aire de sus propios pulmones cuando nos sumergimos en las aguas; cómo me protege del peso del océano con su cuerpo poderoso.

Puede que haya despertado aquí, en esta pocilga que llaman prisión. Puede que el azar, un descuido o el ataque de mil barcos la hayan herido hasta perderme en las aguas, pero sé que me ama y que nuestro destino es estar juntos de nuevo. Y así, lo más importante es que oigo su canto. De nuevo, al escribir estas líneas, vuelvo a oír su canto.

martes, 4 de agosto de 2015

Como cuidar a tu Kraken Vol. 2 Enfermedades.

Amenudo los krakens en cautividad suelen enfermar, esto suele ocurrir por dos causas, contacto con animales enfermos o cuidados inadecuados. Lo que suele provocar una pequeña variedad de enfermedades.

-El mal de escamas. Esta enfermedad se produce por el uso de un tanque, para el hábitat, mal condicionado, que no posee la climatización de aguas adecuada. Los síntomas varían a lo largo de hasta tres semanas, las escamas del kraken se enrojecen, y vuelven quebradizas, hasta que se fragmentan y caen, lo cual es muy molesto, y no seria preocupante de no ser por el hecho de que queda expuesta la carne para el ataque de otras enfermedades o cachalotes. En un entorno natural la solución pasaría por reubicar al kraken en un entorno de aguas cálidas, a salvo de cachalotes, en el entorno de su hábitat artificial, debemos en primer lugar administrar medicación contra los dolores producidos por la caída de escamas, mientras que aseguramos una climatización apropiada, e iniciamos un proceso de observación para asegurar que no ha contraído ninguna otra afección oportunista.

-La locura salina. Tal vez sea el mayor aunque mas infrecuente enfermedad producida por un hábitat artificial inapropiado, esta vez la causa suele residir en los filtros para sal, que se han obstruido. El exceso de sal en el agua produce una inflamación en el lóbulo parietal del kraken, lo que es peligroso de por si. Pero aun mas grave es, si cave, el comportamiento violento y agresivo en que deriva la inflamación. Esta enfermedad es especialmente difícil de tratar, en su hábitat natural, habría que reubicar al paciente en un área menos saturada en sal, e inyectarle medicamentos para reducir la inflamación, esta tarea ardua se complica debido a que el paciente trata de reducir a astillas el barco y te agrede con sus tentáculos, mas de un buen hombre a muerto intentando curar a un paciente, lo cual solo hace mas oscura la leyenda sobre los krakens. En su hábitat artificial el tratamiento es semejante salvo por un ligero hecho, hay que reubicarlo en otra piscina mientras se arreglan los filtros, vaciar la piscina y volver a llenarla, lo cual suele significar que se necesita otro hábitat, "de repuesto", algo casi imposible para los centros zoológicos. Y radica el enorme peligro de esta enfermedad.

-Putrefacción de las escamas superficiales. Nuevamente un cuidado inapropiado suele ser el culpable de esta enfermedad, si el Kraken deja de limpiarse correctamente, empiezan a surgir manchas en las juntas de las escamas, estas manchas entre negras y verdes, son la causa de enormes dolores en los tentáculos, que se extienden en punzadas de dolor, lo que provoca que el kraken se refugie en fondo marino a la espera de la muerte. El tratamiento es sencillo y laborioso, ya que consiste en dar un buen cepillado a las escamas y enjuagar con suero salino, además de combatir cualquier efecto derivado de la inanición, el cepillado y enjuagado aunque efectivos son tremendamente dolorosos, debido a la infección cutánea, por eso es conveniente inmovilizar al paciente.

Para finalizar me gustaría hablar de una enfermedad más, aunque son muchas las que quedan, y que ya trataremos en el futuro.

-El sindrome Leviatan. De causa desconocida algunos krakens al llegar a la madurez sexual, y solo entre los machos, aun por determinar la causa, cambian su comportamiento dócil y dulce, por otro violento, e intentan a toda costa matar a todo humano y hundir toda la embarcación que avistan, este síndrome ha sido documentado por nuestros científicos aun así, es otra causa a combatir, dado que oscurece la reputación de nuestro querido kraken. Se ha experimentado con farmacos, sin exito. En las instalaciones medicas de Isla Mureau. El Dr. Mureau, insigne científico, ha conseguido algunos éxitos con terapias musicales, aunque no consiguen revertir el proceso.

lunes, 3 de agosto de 2015

Como cuidar a tu Kraken.

Son muchas las cartas que llegan hasta nuestra sede, procedente de zoológicos y centros acuáticos.

Todas ellas hacen las mismas preguntas, y todas ellas se resumen en una.

Esa pregunta es. Como se cuida a un kraken?

Me gustaria que la respuesta fuera tan escueta como la pregunta, por desgracia no puede ser así.
El Kraken es una criatura colosal en todos los sentidos, es colosalmente bella y colosalmente sensible y delicada.

Hay tres puntos fundamentales en su cuidado en cautividad.

Estos Hábitat, Alimentación y por ultimo pero no menos inportante Trato.

El hábitat en cautividad de estas criaturas ha de parecerse lo mas posible a su hábitat natural en el mar. Por eso necesitas una piscina de proporciones mínimas de 900m por 700m y una profundidad de 1600m. Y en ella solo cabra un único ejemplar adulto. El interior de la piscina debe poseer rica y abundante flora, algas y estrellas de mar así como un arrecife artificial. Nosotros encontramos de enorme utilidad hundir varias barcas de remos, formando un pecio, completándolo con fragmentos de un arrecife, de unos cinco metros cada fragmento, completamos el conjunto con arena y rocas. Por ultimo el agua marina.

La Alimentación, es imprescindible que sea siempre con krill de la mejor calidad. La cantidad varia en función del peso del kraken. La norma general es unos 10 kilos por metro de tentáculo mas largo.

El Trato, es importante que el cuidador o cuidadores, no tenga trato alguno con el kraken, y que el kraken nunca se vea amenazado, y que su trato con los humanos sea el mínimo. Por otro lado es importante que sus cuidadores le demuestren su afecto con frecuencia y mantengan una relación amistosa y positiva.