viernes, 18 de septiembre de 2015

La fiebre del Kraken.

El tentáculo surgió del fondo marino como una exhalación, empujo la nave, alejándola de su funesto destino.

Hacia tres semanas que había iniciado la travesía, mar a adentro, según los lugareños de las islas, en aquella zona se podía ver a tan insigne criatura. El Calamar gigante, las leyendas sobre el eran muy variadas, los nórdicos lo llamaban Kraken, el destructor de barcos, los lugareños lo llamaban el dios de las profundidades, y por eso había enviado mi velero hacia aquel lugar, la profunda sima submarina, el caldero de la bruja según los marinos mercantes, una zona inhóspita, donde ahora la mágica visión se convertía en realidad.

La bruma había rodeado el barco, y el capitán había maldecido a los espíritus, a mis muertos y a los vivos de mi familia por llevarle a ese lugar, las primeras rocas no se hicieron esperar, rápidamente aparecieron los primeros riscos, eran sinuosas agujas, que el capitán esquivaba con pericia, el navío daba bandazos.

Yo solo quería una foto, una misera foto, que probara que mi abuelo no estaba loco, que mi padre no era un demente, y que yo no estaba malgastando mi tiempo.

Todo empezó con mi abuelo, el era marinero en un barco, un pequeño barco mercante, una vez cuando era joven, el había visto un gigantesco kraken, y años despues seguia obsesionado con esa historia, y se la contó a mi padre, que era biólogo marino investigador.

Yo por mi cuenta viví sus obsesiones, el primero un borracho, diversión gratuita en la taberna portuaria, el segundo un demente académico que perseguía quimeras, y yo un folclorista buscando una leyenda.

Gaste cada rato libre en mis estudios intentando quedar libre de la maldición famililiar, ridiculice a mi padre y mofe de mi abuelo, y un dia que como tantos otros estaba borracho, camino a mi dormitorio desde el puerto algo cambio, tal vez fue la sensación de vacío en mi ser, o que mis ocios parecían vanos, había perfeccionado el arte de fumar con elegante lentitud y ser banalmente elocuente en mis disertaciones, fue en ese momento en el que la obsesión golpeo mi cerebro como el mar en el rompe olas de Bristol, supe que yo encontraria al escurridizo Calamar gigante, a partir de ese día deje de ir a los cafés, a intentar parecer rico y de posibles, use cada rato libre en documentarme, viaje en mis vacaciones, visitando otras bibliotecas, y mi estampa cambio, deje de ir hecho un pincel, para ir desaseado, olvidaba dormir, y comer, y aveces hasta la fecha en la que vivia, finalmente acabe la carrera, y mi trabajo sobre los cuentos y leyendas, todas sobre los krakens, fue aplaudido, pase a trabajar en la biblioteca donde re-emprendi mi obsesión, y ahorre dinero para la fase final, en la que yo, James Conner de Bristol, fotografiaría por primera vez un kraken.

Ya en el mar puse todo mi empeño en llegar a ese lugar donde decían que se podía ver a tan tentacular visión, el clima arrecio y empeoro.

Una vez el velero se acerco, el capitán, decidió que la tormenta y las rocas eran muy peligrosas, y había que retroceder, yo no pude convencerle de lo contrario. Así pues, presto cual los rayos que golpeaban el mar cogí uno de los dos botes, y aferrado a el con mis escasa posesiones me hice al bravo mar, buscando mi prueba, y tal vez hallando mi muerte por el camino.

Las olas me empujaron una y otra vez, y mi barca no podía luchar contra los elementos, perdí mis remos, pero ni siquiera los eche de menos,  mi rostro estaba congestionado por una demente sonrrisa. Pronto tendría mi foto.

Las olas llevaron mi balsa  contra los riscos, entonces aparecio el prien tentaculo, y seguido de el otro, el gigantesco calamar habia evitado mi ruina, empujando mi barca, lejos del risco, apunte con mi cámara, destape el objetivo, y enfoque, conté hasta diez, y al acabar cerré la tapa del objetivo, pasaron varios días hasta que pude revelar la foto, primero me rescato un barco pesquero, que me llevo a tierra, alli revele la foto, o nefasto destino, tu misma, mi pequeña nieta puedes ver la foto en el alfeizar, nunca pensé en que las olas moverían la barca y con ella la cámara, ese borrón alargado es el kraken.

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